Sin duda, debe cruzarse el puente más famoso de Sevilla para llegar a este barrio del que tanto se ha oído hablar.
Cuna del flamenco, hogar de marineros y centro alfarero se mezclan en el barrio más característico de Sevilla.

Triana, puente y aparte
Sus habitantes dicen que Triana es “puente y aparte”, y es que durante muchos siglos, la vida en este lugar se desarrolló fuera de las murallas de la ciudad, sólo unida a ella por el puente hecho de madera y pequeños botes llamado “puente de barcas”.
Hoy, Triana es un barrio lleno de vida y esencia propia, con su impresionante Iglesia de Santa Ana, su fiesta veraniega del mismo nombre, su mercado, su paseo del río, sus capillas y edificios relacionados con el trabajo de la cerámica. Tanto y tan concentrado en poco espacio lo convierten en el barrio perfecto para recorrerlo y disfrutarlo a nuestro gusto. Y algo que no se puede dejar pasar son las vistas nocturnas desde el puente de Triana.

Triana, con su leyenda de fundación parecida a la Sevilla, y tan antigua como ella, debió tener desde temprano su propio mercado, oficios e iglesias, ya que debido a las crecidas del río no podía depender de la ciudad situada frente a ella. Es más, era a través de Triana desde donde llegaba el aceite y alimentos del Aljarafe sevillano, lo que la convertía en un arrabal de mucha importancia. Con el paso del tiempo, esta idiosincrasia derivó en su propia arquitectura, siendo la más significativa la de los patios de vecinos, unas viviendas humildes que nada tenían que ver con los palacios del centro de la ciudad, reservados para las gentes de mayor poder adquisitivo. No obstante, también al otro lado del puente se conservan corrales y patios de vecinos, ya que no eran exclusivos de Triana, aunque sí son más abundantes.
Adentrarse en Triana
Aquí se situaba también el Castillo de la Inquisición de Sevilla, el Castillo de San Jorge. Sus restos se encuentran bajo el mercado de Triana y pueden visitarse en un museo del mismo nombre, cuya entrada es gratuita. Otro museo para visitar en Triana es el Centro de Cerámica, que resulta ser una de las antiguas fábricas de cerámica, reformada para albergar este centro de interpretación de la artesanía tradicional del barrio.
Especial atención merecen también los edificios regionalistas de la Plaza del Altozano o la calle San Jacinto, como su inimitable capilla del Carmen, patrona de los marineros. Por último, uno no debe irse de Triana sin pasear por la calle Betis (el nombre romano del río) y echar un vistazo a la Casa de las Columnas, una casa tradicional sevillana que fue la sede de la Universidad de Navegantes.
Un barrio para recorrerlo, admirarlo, perderse e impregnarse de una cultura ya no sevillana, sino trianera.
Sevilla tuvo una niña… y le pusieron Triana
El pali, cantaor sevillano

Para comprender Triana y su esencia, lo mejor es hacerlo de la mano de alguien que te guíe en ella:
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Fuente de las imágenes: 36 -42 (sección 3)
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