Todos los sevillanos conocen a este pequeño pabellón de cuento de hadas como el “Costurero de la Reina”, por la leyenda que tiene detrás.
Nos situamos en el siglo XIX. María de las Mercedes, o Merceditas, como se la conocía, era la hija de los duques de Montpensier, que habitaban en el Palacio de San Telmo. Su madre era María Luisa Fernanda de Borbón y su padre Antonio de Orleans. Ambos progenitores eran hijos de reyes, aunque segundos en la línea de sucesión.
María de las Mercedes pasó su infancia en Sevilla, ciudad por la que sintió un gran afecto, y sus ciudadanos, a su vez, también le tenían mucho aprecio, sobre todo por ser una niña dulce y de salud muy débil. No obstante, con el estallido de la revolución de 1868 ella y su familia debieron partir hacia el exilio, retornando seis años más tarde cuando volvió a instaurarse la monarquía.
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No obstante, años antes ella y su primo Alfonso habían iniciado un romance, a pesar de contar sólo con doce y quince años de edad. La historia se vuelve romántica cuando es su primo el elegido con diecisiete años para ser el futuro rey de España, Alfonso XII, cuya familia se opone a las intenciones de boda con María de las Mercedes. Esto se debe a que su padre, el duque de Montpensier, había conspirado para acceder al trono español.
La leyenda cuenta que ella pasaba las horas cosiendo en este singular pabellón, rodeada de sus damas de compañía y tomando el sol sevillano, que le venía bien para su débil salud. Las horas de costura merecían la pena porque en realidad esperaba todos los días a su Alfonso XII, que, ya rey, acudía en secreto cabalgando desde el Alcázar para encontrarse con ella.
Finalmente, nada pudo impedir que se celebrara la boda, por la que María de las Mercedes se convirtió en reina consorte de España. Sin embargo, la alegría duró poco, pues apenas cinco meses después falleció de tifus.
El impacto social de su prematura muerte y de la desolación del rey pervivió en la memoria colectiva y dio lugar a canciones populares, películas y leyendas como esta. Y es que la realidad es que la reina nunca tejió aquí, ni esperó nunca a Alfonso, pues el pabellón fue construido varios años después de su muerte.
Un costurero en el que no se tejió
Los duques de Montpensier transformaron los terrenos del Palacio de San Telmo en jardines, y cuando el duque murió, en 1890, María Luisa, su esposa y madre de Merceditas, donó parte de ellos a la ciudad de Sevilla, que se convirtieron en el parque que lleva su nombre. Este pequeño edificio fue construido como un castillete para el guarda de los jardines. La obra fue encargada a Juan Talavera y de la Vega, y tiene el honor de ser el primer edificio neomudéjar de Sevilla.
Actualmente, es uno de los lugares más querido de los sevillanos y funciona como Oficina de Turismo.
Fuente de las imágenes: 20 -23 (sección 4)
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